Cómo saber si mi hijo tiene trastorno de la conducta alimentaria TCA
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¿Cómo saber si mi hijo/a tiene un trastorno de la conducta alimentaria (TCA)?

24 de marzo de 2025 45K

Los Trastornos de Conducta Alimentaria, o conocido por sus siglas TCA, son enfermedades graves que se caracterizan por alteraciones de la conducta alimentaria. Pueden dar lugar a la restricción de la ingesta, aparición y continuidad en el tiempo de atracones, la provocación del vómito y/o el uso de laxantes, entre otras conductas y también puede ir acompañadas de la realización excesiva de ejercicio. Se trata de una enfermedad compleja de causas múltiples y que afecta negativamente la salud física y mental de una persona, pudiendo persistir a lo largo del tiempo y poniendo en peligro la vida.

Según datos del profesor Francisco J. Vaz Leal, catedrático de Psiquiatría de la Facultad de Medicina y Ciencias de la Salud de la Universidad de Extremadura, “las cifras que se manejan para la prevalencia total de los trastornos alimentarios en personas jóvenes oscilan entre el 5,5 y el 17,9% en mujeres y entre el 0,6 y el 2,4% en varones”, aunque, como señala el experto, estas cifras pueden ser solo la punta del iceberg. 

Diversos informes y noticias recientes señalan un aumento significativo en la incidencia de TCA entre la población joven, agudizándose tras la pandemia del COVID-19. Realmente este es un dato muy preocupante que ha encendido todas las alarmas, especialmente en padres, y que nos obliga a reflexionar sobre la relación que nuestros jóvenes han adoptado con la comida, el cuerpo y la salud mental.

Probablemente, muchos de nosotros estamos relacionados con algún caso cercano, por ello, es muy importante conocer las señales para saber si alguien de nuestro entorno puede estar sufriendo un TCA. Además, es vital conocer los pasos a tomar para prevenir o abordar estas situaciones de la mano de las psicólogas Silvia Álava, Elisabeth Custo y Miriam Sánchez, especialistas en este tipo de trastornos.

La psicóloga Miriam Sánchez es especialista en trastornos alimentarios y nos detalla las diferentes maneras en las que se pueden manifestar esos TCA. «Podemos identificar señales conductuales, sociales, emocionales y físicas. Por ejemplo, un niño que antes comía de todo puede empezar a rechazar ciertos alimentos o comer a escondidas. También puede evitar situaciones sociales relacionadas con la comida o mostrar rigidez mental, miedo intenso a engordar y cambios de humor frecuentes. A nivel físico, podríamos notar fluctuaciones de peso, anemia, caída del cabello o cansancio extremo.»

Siguiendo en esta línea Elisabeth Custo, Coach de Trastornos de la Conducta Alimentarios, apunta una de las señales inequívocas que nos pueden servir para captar la aparición de un problema: «Si un adolescente se vuelve rígido con su dieta, elimina grupos de alimentos o se obsesiona con el ejercicio físico, es una señal clara de que algo no está bien”.

Custo también añade que, a nivel social, podemos reparar en ciertos detalles que nos alerten de una anomalía. “Por ejemplo, (el adolescente) puede evitar asistir a cumpleaños o comidas fuera para no romper su rutina alimentaria, lo cual genera aislamiento y aumenta el riesgo de un trastorno alimentario.» Esto depende por supuesto del carácter social del adolescente. Es decir, si antes era un habitual de estos eventos y de repente los evita, ese cambio es notorio y, por tanto, es muy reconocible una irregularidad.

Y ahí es cuando el papel de los padres y educadores es fundamental. Este tipo de cambios en la conducta nos obliga a atender a estos patrones, ya que en la mayoría de los casos los jóvenes no reconocen que están atravesando un problema. Y la recomendación principal, ante cualquier sospecha, es buscar ayuda profesional.

Por supuesto que somos conscientes de que esos tutores salvo en escasas ocasiones, carecen de preparación como para saber cómo actuar y por eso: «Es fundamental que los padres se eduquen en torno a los trastornos alimentarios y los afronten con calma y empatía”. Apunta Miriam Sánchez: “Al principio, es probable que el adolescente niegue cualquier problema, pero este es un síntoma común de la enfermedad. Lo importante es mostrarle que no está solo, que entendemos su sufrimiento y que queremos ayudarle.»

Esta empatía debe ir acompañada de un diálogo abierto y constante. Como señala Elisabeth Custo:
«Es importante iniciar un diálogo desde el entendimiento y no desde la autoridad”

La psicóloga Silvia Álava enfatiza sobre el problema que supone ese continuo bombardeo que padecen los jóvenes de mensajes sobre alimentación y dietas restrictivas: «Cuidado con los discursos extremos sobre la comida. Las dietas restrictivas pueden generar culpa y llevar a una relación disfuncional con los alimentos. Algunos adolescentes, especialmente los más vulnerables, pueden desarrollar un TCA como resultado de estas prácticas.»


«La primera intervención médica es crucial.” Nos recuerda Elisabeth Custo, y la importancia de actuar cuanto antes contra el problema para evitar que éste se agudice: “Acudir al médico de cabecera permitirá activar los protocolos necesarios y derivar al adolescente a los especialistas indicados, ya sea en psiquiatría o en unidades especializadas.»

Para prevenir, es vital fomentar una relación sana con la comida y el cuerpo desde la infancia, evitando mensajes que promuevan dietas restrictivas o ideales corporales irreales.

Por eso debemos tener muy presente que los TCA no solo se tratan de un desafío para los adolescentes y su relación con los alimentos, sino también una oportunidad para reflexionar como sociedad sobre cómo promovemos el bienestar físico y mental de las futuras generaciones.

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