Cómo impacta el sueño en la alimentación y el estrés
Persona sin poder dormir en la cama

El sueño y su impacto en la alimentación y el estrés

11 de marzo de 2025 102K

De un tiempo a esta parte afortunadamente se está prestando más atención en los medios a las bondades del sueño y cada vez está más difundido el mensaje de que dormir bien es mucho más que un descanso. Es una necesidad biológica tan importante como alimentarse o respirar, pero normalmente solo se la relaciona con su papel reparador dejando para un segundo plano sus numerosos beneficios. El problema es que vivimos en una sociedad que glorifica la productividad y que muchas veces sacrifica horas de sueño sin ser del todo conscientes del precio que esto tiene para nuestra salud. 

En este artículo nos hemos marcado como objetivo el explicar cómo el sueño está profundamente conectado con dos aspectos clave para sentirse bien: el estrés y la alimentación. Y para ello contamos con la psicóloga Silvia Gismera y el neurocientífico Gustavo Díez.

Partamos de una certeza que, en principio, parece una obviedad pero que no por eso debemos restarle la importancia que tiene: la relación entre el sueño y el estrés es de ida y vuelta. Silvia Gismera, psicóloga especializada en salud y miembro de la Sociedad Española del Sueño, lo explica con claridad: El sueño y el estrés tienen una relación recíproca. Si estamos estresados vamos a dormir peor, pero simplemente por dormir poco o mal también nos vamos a estresar.”

Y es que dormir es el proceso por el cual nuestro organismo se repara. Mientras dormimos, el cerebro ordena la información, el cuerpo se regenera y las emociones encuentran su lugar. Si no descansamos bien y lo suficiente, con toda seguridad nos levantamos con menos recursos físicos, mentales y emocionales para afrontar el día. Esto nos hace más vulnerables al estrés, y ese mismo estrés luego entorpece nuevamente el descanso, entrando en un bucle difícil de romper. 

En pocas palabras, dormir no es un lujo, es una necesidad; una que hay que cuidar.

Cuando hablamos de mejorar el sueño, no estamos hablando solo de intentar dormir más. Según Silvia Gismera, lo importante es entender qué estamos haciendo a lo largo del día que afecta a nuestra calidad de descanso. A esto se le llama higiene del sueño. Un término con el que muchos no estaréis familiarizados pero que entendiéndolo bien y poniéndolo en práctica os puede abrir la puerta para una vida mejor. 

Empezamos: “Hay muchas normas de higiene del sueño, pero la más importante es la regularidad horaria. Acostarnos y levantarnos todos los días a la misma hora ayuda a que nuestro cuerpo funcione con ritmos estables. El cuerpo no entiende de fines de semana”. Alterar nuestros horarios de sueño (lo que se conoce como jet lag social) puede perjudicar tanto la calidad como la cantidad del descanso, incluso si dormimos muchas horas. Debemos tener claro que dormir mucho no siempre es sinónimo de dormir bien.

Otro aspecto clave para tratar de garantizar esa higiene tiene que ver con la luz. Gismera subraya la importancia de exponerse a luz natural por la mañana, algo que nuestra forma de vida en muchos casos ha ido reduciendo por el tipo de trabajo, etc. Y, a su vez, evitar la luz intensa y las pantallas por la noche, para ayudar al cuerpo a entender cuándo debe estar activo y cuándo debe prepararse para descansar.

Por otro lado, la falta o la mala calidad del sueño no afecta únicamente al estrés. Su papel es crucial a la hora de definir cómo comemos, qué comemos y por qué comemos. Gustavo Díez, físico y experto en neurociencia, lo relaciona directamente con la energía mental disponible: “Cuando dormimos menos, el cerebro ajusta nuestro comportamiento para gastar menos energía. Tenemos menos motivación, más irritabilidad y menos capacidad para gestionar situaciones difíciles.”

Ese ajuste de “presupuesto energético” tiene consecuencias claras en nuestra forma de alimentarnos. Puesto que preparar una comida saludable en casa cuesta energía y también tiempo, dos recursos que el cuerpo intenta conservar cuando no ha descansado bien…

¿Qué quiere decir esto? Pues que dormir poco, afecta a nuestro autocuidado. Nos hace más propensos a saltarnos comidas, a comer de forma desordenada o menos equilibrada.

Lo interesante, y al mismo tiempo preocupante, es que el sueño, el estrés y la alimentación no se afectan entre sí de forma aislada, sino que forman un circuito. Imaginemos una situación común:

  1. Una persona duerme mal varias noches seguidas.
  2. Al estar cansada, se siente más estresada e irritable.
  3. Ese estrés la lleva a tomar malas decisiones alimentarias (saltarse comidas o darse atracones).
  4. Una mala alimentación contribuye a una digestión más pesada, inflamación y posibles despertares nocturnos.
  5. Y así vuelve a dormir mal, perpetuando el ciclo.

En este contexto, alterar este círculo vicioso por cualquiera de sus partes puede ser clave para mejorar el bienestar general. A veces, enfocarse en mejorar el sueño puede tener un efecto dominó que reduzca el estrés y mejore la relación con la comida. Otras veces, comenzar con cambios en la alimentación ayuda a dormir mejor. Lo importante es entender que no se trata de áreas separadas, sino de piezas que se influyen entre sí constantemente.

Como ves, este artículo no va solo de sueño, ni tampoco únicamente de comida. Va de cómo tratamos a nuestro cuerpo en los momentos de más exigencia. Ojalá hayas leído este contenido en horario de dormir porque entonces puedes empezar a poner en práctica todos los consejos aquí expuestos.

¡A descansar! Y, sobre todo, ¡a descansar bien!

Hábitos saludables

Somos Nutrisensatos

Acerca de #SomosNutrisensatos

Somos Nutrisensatos porque seguimos una diera variada y equilibrada, tenemos hábitos saludables y nos informamos sobre alimentación y salud a través de fuentes veraces y contrastadas.

Suscríbete ahora

Suscríbete para recibir nuestras novedades

El nombre es requerido.
El apellido es requerido.
El correo electrónico es requerido.

Síguenos en nuestras redes