
La proliferación de bulos y el continuo bombardeo de fake news sobre nutrición y alimentación, junto con las recomendaciones sin base científica, pueden generar confusión, malos hábitos e incluso problemas graves, como los trastornos de la conducta alimentaria. Por eso hemos recurrido al nutricionista Ramón de Cangas y a la psicóloga Silvia Álava para tratar este tema que preocupa mucho y que precisa encontrar una solución urgente.
En muchas ocasiones estas informaciones erróneas son compartidas por algunos divulgadores o figuras con influencia, lo que aumenta su credibilidad, su alcance y, por consiguiente, su daño. Esto puede desembocar en un impacto negativo, afectando a una parte relevante de la población. Como resalta Ramón de Cangas, tales bulos sobre alimentación pueden alterar significativamente los hábitos alimentarios de ciertas personas:
«Estos pueden tener consecuencias sobre la salud y, además, provocar trastornos de la conducta alimentaria, que son un problema por sí mismos.»
La psicóloga Silvia Álava nos recuerda que no todos somos iguales ante el riesgo de la desinformación. Los adolescentes, por ejemplo, están en una etapa crucial de su desarrollo y no cuentan con las suficientes herramientas como para definir un criterio que les facilite filtrar todos esos contenidos:
«Les falta experiencia vital, conocimiento y pensamiento crítico, lo que los hace más vulnerables a estos mensajes erróneos.»
Debemos mantenernos alerta, especialmente en un momento en el que los trastornos de la conducta alimentaria y otros problemas de salud mental están en aumento entre los más jóvenes.
Ambos expertos coinciden en la importancia de abordar este problema desde la educación y la responsabilidad. Todos, tanto los profesionales como las figuras públicas, debemos ser conscientes del impacto que tienen tanto el leguaje que utilizamos, como los mensajes que damos, especialmente en los más jóvenes. Y estamos obligados de alguna forma a combatir esos bulos y medias verdades con la divulgación de información basada en evidencia científica, una comunicación clara y accesible para todos los públicos.
Por eso, consideramos imprescindible promover un pensamiento crítico en la población para que los ciudadanos puedan identificar y rechazar esos mensajes falsos o dañinos.